Piernas: Ya no nos haces caso…

Yo: ¿Por qué dicen eso?

Cabeza: Tienen razón, desde que te compraste esa dichosa moto ya no usas tus piernas.

Piernas: Hemos estado pensado en abandonarte…

Yo: No por dios. Ya haré ejercicio, la semana que viene iré al gym.

Cabeza: Eso quieres que lo guarde en “Cosas por hacer” o somos sinceros.

Yo: Tú concéntrate en no chocar.

Cabeza: Pero si ya llegamos, es ahí. Hay mucha gente elegante.

Y así llegue a la entrada de aquel lujoso restaurante. Mis nervios por llegar tarde a mi primera cena de empresa eran lo suficientemente grande como para hacerme llegar el primero.

Sin mucho esperar saludé a mis compañeros y un amable anfitrión del restaurante nos guió hasta nuestra mesa.

Cabeza: Que mesa más grande… y estamos como en una tarima más altos que el resto de mesas, y ligeramente apartados, es como una zona vip o algo así. Tenemos vista de todo el local.

Yo: Es super bonito este sitio.

Cabeza: Estamos por encima de ellos… de todos ellos… ¡Saludad plebe! ¡A Stefanus Tiberio II El Magnánime!

Piernas: ¡Ave Tiberio! jeje

Yo: ¿Pero a ustedes que les pasa? No molesten a los demás.

Cabeza: ¡Mira que cara ponen! ¡Regocijaos!

Yo: ¿Qué dices…?

Cabeza: Mira la carta anda.

Yo: No sé lo que son la mitad de estos platos.

Cabeza: No te preocupes, solo disfruta, mira los entrantes.

Yo: Son muchísimos. Y hay vino.

La nuestra era una gran mesa redonda y a mi izquierda se encontraba la jefa de recursos humanos con la cual mantuve una larga charla.

Jefa de RRHH: ¿Qué tal? ¿Cómo te has sentido estos meses con nosotros?

Yo: La verdad es que muy bien, creo que esta empresa logró un buen ambiente de trabajo.

Jefa de RRHH: Me alegro, es lo que intentamos en CIM, no ser una empresa más del sector y además bla bla…

Cabeza: Parece que nos tiene mucha confianza.

Yo: Eso es porque no te conoce… por suerte.

Cabeza: ¿No crees que has bebido mucho vino? No sueles beber vino.

Yo: Soy el que menos he bebido de la mesa ¿Crees que no puedo aguantar un poco de vino?

Cabeza: No te compares. Los de esta mesa pueden correr una maratón sin pestañear si les da la gana. Sobre todo esas dos chicas de ahí. Tú te cansas con la carrerita que pegas para pillar el autobús.

Yo: … Se llama fuerza explosiva.

Cabeza: Por supuesto.

Piernas: Por supuesto.

Yo: Mmm… Voy a dejar el vino…

Voz: Pero pilla un poco de jamón.

Yo: ¿Alguien más se nos une hoy a la fiesta?

Voz: Soy tu estómago. Pilla jamón anda que lo tienes todo ahí y no has comido nada.

Yo: Esto es el colmo.

Cabeza: ¿Qué pasa estómago?

Estómago: Pues vacío que con este no hay quién disfrute.

Yo: Hay que hacer espacio para… no sé… ¿El plato principal? Esto solo son los entrantes.

Estómago: No te preocupes, puedo con esto.

Yo: No, no puedes.

Cabeza: Aquí tengo varias carpetas que ponen que cada vez que dices que puedes con algo, terminas muy mal.

Estómago: ¿Qué haces con esos archivos? Bórralos. Son antiguos.

Cabeza: Son de la semana pasada… Lo tengo todo registrado.

Piernas: Vamos a movernos frenéticamente de arriba abajo… como si estuviéramos inflando un colchón… ¿ok?

Así como les cuento avanzó la cena. Una reunión de compañeros con risas, comida y vino. Y acabó, como todo evento llegó a su fin y era hora de salir del restaurante.

Estómago: Auuuuh… auxilio…

Cabeza: Actualizando carpetas.

Estómago: Cállate…

CEO: Bueno chicos ¿nos tomamos una última en aquel sitio?

Cabeza: ¡Esta gente no para! que aguante.

Yo: Creo que es un poco tarde y debería descansar para mañana.

Compañeros: ¡Por quee?! Vente un rato más.

Cabeza: No seas maleducado. Vas y punto.

Piernas: No estamos cansadas así que… como veas.

Yo: Vamos entonces.

Y fuimos, y “aquel sitio” no era un bar o un pub, era una discoteca donde todo el equipo de CIM decidió pasárselo en grande.

Piernas: ¡A topeeeee!!

Estómago: Dios mío para por favor… no aguanto.

Cabeza: ¡Luces! ¡Muchas luces! ¡Esta canción te la sabes! voy a buscar la letra.

Yo: Estómago, hay que bajar la comida así que, ¡A bailar!

Cabeza: Me encantan las cenas de empresa. Y pasado mañana corremos seis kilómetros.

Piernas: ¡A to… ¿Qué?

Y tras el bailoteo concluyó una larga y divertida cena de empresa. Yo me retiré junto con la mitad de mis compañeros, pero los más valientes siguieron la fiesta. Y me fui, para descansar ya que en menos de dos días me tocaba otra nueva experiencia que quizás no sería tan agradable. Correr mi primera carrera de empresa.

 

Stefano Mazzuka